Seis paneles de témpera sobre papel - Principios del siglo XVIII

Marco de Época Barroca

Pequeño marco tallado y dorado de época barroca, realizado en las primeras décadas del siglo XVIII. El marco es de madera de tilo tallada sin apliques; está decorado con volutas de hojas simétricas que terminan en un escudo de armas en la parte inferior y en el cimacio en una concha sobre la que desciende en vuelo un Cupido alado que lleva una corona a la efigie del retratado, probable novia representada metafóricamente como Venus, según los atributos típicos, concha y Cupido. La proximidad con el marco más famoso atribuido a Parodi, en el que se representa la narración del Juicio de París, es evidente: la moldura del marco es la misma, al igual que los dos putti colocados en la concha, en ese caso situada en la base del marco, detalle que hace pensar en una producción de un alumno del mismo taller.

Uvas, higos, granadas y melocotones en un capitel

Óleo sobre lienzo. Firmado «Max. PF.» en el marco superior del capitel. El bodegón está compuesto por uvas, granadas y melocotones colocados sobre un capitel, en la composición hay también una bandeja de plata; al fondo hay un paisaje con árboles y ruinas, a la izquierda se vislumbra un cielo cerúleo, apenas velado por las nubes. Maximilian Pfeiler se dio a conocer con sus bodegones en los que colocaba un fragmento arquitectónico en el fondo de las flores y las frutas, introduciendo ya el gusto por las ruinas antiguas que se impondría plenamente en el siglo XVIII. El cuadro ha sido retocado y restaurado (repintes menores). Se presenta en un elegante marco.

Magdalena Penitente, ca. 1750.

Óleo sobre lienzo. La figura de María Magdalena está representada aquí, según la tradición, con larga cabellera pelirroja; con un gesto de dolorosa dedicación fija su mirada en el crucifijo, que sostiene con la mano izquierda presionada contra el brazo derecho, que a su vez está plegado en signo de penitencia recogida. Todo el cuerpo está realizado con un espléndido contragiro, que tiene el efecto de hacer sentir al espectador la tensión del momento vivido por el santo. A su izquierda se puede ver la calavera, su atributo tradicional, y al fondo se distingue el contorno de la cueva en la que se encuentra. La parte del cuerpo emerge, gracias al intenso brillo de los brazos, unido a los tonos ocres rojos del cabello y del rostro, acentuando así también el carácter erótico de la escena, recordando la exuberante pintura de Rubens, que tuvo una gran influencia en la obra de Crespi. Esta cautivadora y encantadora figura de la Magdalena sigue la tendencia generalizada en los siglos XVII y XVIII de representar a los santos con un matiz de sensualidad humana, revelando la preferencia de los mecenas por temas sagrados imbuidos de elementos profanos. El cuadro, restaurado y reentelado, se presenta en un marco de finales del siglo XIX y principios del XX.

Italia central Finales del siglo XVII y principios del XVIII

Pequeño tapiz de seda, con algunas inserciones de lienzo pintado, en correspondencia con los rostros y las manos de los personajes. La escena representa la Academia de Platón, con el filósofo sentado en el suelo, la espalda apoyada en un árbol, vestido con sotana y un manto que le cubre, sosteniendo una tabla o pergamino en la mano derecha. Dirige una clase de filosofía, con los jóvenes alumnos a su alrededor, con uno de los cuales conversa especialmente. Detrás de él, un paisaje rural habitado por hombres que realizan labores agrícolas: unos se dedican a sembrar, otros a cosechar y otros a talar un árbol con un hacha. Al fondo, a la derecha del grupo principal, se vislumbra un edificio torreado y, a la izquierda, una antigua herma. Enmarcado en un marco coetáneo, moldeado en varios órdenes con partes enchapadas en ébano y carey alternativamente.

Emilia Mitad Siglo XVIII

Grupo de cuatro espejos barrocos tallados con volutas y motivos florales, totalmente dorados con hojas; los espejos de mercurio (uno roto) están grabados, con figuras de deidades clásicas.