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El Almuerzo de Fraticelli
El Almuerzo de Fraticelli
Óleo sobre lienzo. Escuela genovesa del siglo XVIII.
En el interior de una gran sala con ventanas arqueadas que dan a la calle, un grupo de frailes sentados en el suelo comparten una comida sencilla, colocada sobre un paño blanco.
La escena recuerda la obra de Alessandro Magnasco conocido como Lissandrino (1667 -1749), artista genovés considerado como uno de los pintores más originales del siglo XVIII en Italia, que se distinguió en la pintura de género popular y, en particular, en la realización de escenas de la vida de frailes capuchinos o camaldulenses empeñados en las más variadas actividades, desde el estudio en la biblioteca hasta la confesión, desde el trabajo de cuchilleros o carpinteros en los talleres del convento hasta la simple meditación en torno al fuego: En estas obras, se aprecia toda la libertad expresiva de la pincelada del artista, que se desplaza por el lienzo con rápidos toques para describir llamas, chimeneas, gatos, libros, perros, pobres cuencos, lentes, libros, pobres ropas remendadas, sillas y taburetes, en resumen, todo un mundo cotidiano de gestos y cosas construidos con una técnica muy particular e inconfundible, compuesta por una viva mezcla de colores interpretada casi en su totalidad en monocromo, sobre la que descienden unas pocas y hábiles pinceladas de luz para dar forma y sustancia a las huesudas figuras de los monjes.
El autor de la obra que aquí se propone se formó sin duda con Magnasco y se inspiró en su estilo, aunque aparece más posado, sin los destellos y la libertad de interpretación, a menudo irreverente o irónica, hacia las figuras de los monjes. Supo captar el juego de claroscuros, luces y sombras, que fluyen de una monocromía en tonos de marrón, produciendo una obra de excelente calidad pictórica.
Restaurado y retocado, el cuadro se presenta en un marco dorado de principios del siglo XX.